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Compra de vivienda usada
 
Al comprar vivienda usada es imprescindible conocer el estado del edificio donde se sitúa la vivienda. Si el edificio tiene su estructura dañada, ya sea por su antigüedad, deficiente construcción, mala calidad de los materiales empleados o por mala conservación, sus viviendas no ofrecen garantías de habitabilidad.

Aunque pueda comprarse a bajo precio, a corto o medio plazo el edificio sólo tiene dos salidas, rehabilitación con un coste a añadir al precio pagado, o derribo con la pérdida de dicho precio.

La vivienda es un bien material que entra en la vida del comprador sin límite de duración, por lo que es totalmente desaconsejable comprar una vivienda situada en un edificio en mal estado.

La compra sólo estaría justificada dentro de una operación especulativa de mayor envergadura, pero éste no es lugar para tratar ese tema.

El estado de edificio puede conocerse porque la legislación sobre Inspección Técnica de la Edificación ha supuesto un avance notable en este punto, al imponer la existencia de información fiable en el caso de edificios antiguos.

Si la vivienda está en un edificio sujeto a la Ley de Propiedad Horizontal cuya antigüedad exige haber pasado una ITE, la Comunidad está obligada a conservar los informes y mostrarlos a los interesados en la compra.

Una forma de conocer el estado de las partes ocultas de un edificio es recabar información de los propietarios de viviendas situadas en el mismo, del Administrador de su comunidad o de personas que residen en edificios colindantes.

El aspecto exterior del edificio es un buen indicador de la atención que ha recibido de sus propietarios desde su construcción. Cabe pensar que, si el exterior está bien cuidado, las partes interiores también estarán cuidadas.

Es conveniente conocer la naturaleza de la estructura del edificio para tener presentes los posibles daños que pudiera sufrir. La estructura de madera es vulnerable frente al fuego, la humedad y las termitas, incluso cuando es de reciente construcción, mientras que las estructuras metálicas o de hormigon resisten los incendios que puedan originarse en una vivienda.

Otros elementos que son un riesgo potencial para el comprador de una vivienda usada son las instalaciones de fontanería y saneamiento cuando tienen una antigüedad mayor de treinta años, porque previsiblemente están hechas con hierro galvanizado y plomo y estos materiales son poco resistentes a la corrosión.

Comprar una vivienda usada con instalaciones de esta naturaleza inplica hacer una reforma completa de la fontanería antes de entrar en la vivienda, a menos que se contrate un seguro de daños a terceros o se acepte el riesgo de sufrir averías de consecuencias y costes imprevisibles.

Cuando la vivienda tiene más de veinte años y no ha sido reformada deben revisarse a fondo instalaciones, mecanismos, elementos móviles y,en general, todas las partes susceptibles de sufrir desperfectos por el uso,
 
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